Año 1. Número 1
Primer trimestre de 2020
Ramiro de Altube
ISSN: 2683-9857
Lic. Creative Commons
“Sólo cuando el orden establecido se acepta como medida de todas las cosas,
se convierte en verdad su mera reproducción en la conciencia”.
(Theodor Adorno, Prismas)
“Un recurso natural no puede ser sino una bendición divina. Es su uso lo que puede ser una maldición.
El gas, el petróleo, los fosfatos, el zircón, el oro. Tanta riqueza que tenemos y no nos beneficiamos.
Esa maldición se puede transformar en crisis. Muchos países en el mundo han sido desestabilizados por multinacionales porque una nueva dinámica política ha querido poner ésto en cuestión. Eso es lo peligroso”.
(Ousmane Sonko, opositor y líder panafricanista senegalés, 2 de febrero de 2020).
En la última semana de septiembre de 2019, en la ciudad de Nueva York, durante una cumbre de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un grupo de expertos/as de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial (BM), presentaron un informe donde advertían que "el espectro de una urgencia sanitaria global se vislumbra en el horizonte" y que “hay que prepararse para lo peor”.
El documento incluye un balance de las actitudes y políticas tomadas por los principales “líderes” del mundo luego de las últimas epidemias y problemas sanitarios de alcance global, entre los cuales consideran la última epidemia de ébola en el África subsahariana. La conclusión de lxs investigadores es que, más allá de los miedos y preocupaciones iniciales, luego del paso del pico agudo de las enfermedades, se relajan las medidas de prevención y los programas sanitarios se abandonan, aún cuando en términos financieros resultarían a la postre menos costosos que las medidas que se deben tomar una vez desatada la epidemia.
Esta actitud tiene raíces en la confianza que los núcleos occidentales tienen en sí mismos y en la civilización que habitan. La historia del capitalismo occidental tiene muestras de sobra de las relaciones estrechas entre confianza y crisis estrepitosa. En este caso el informe decía: "Europa y Norteamérica se sienten muy a salvo, pero hay que explicar a la gente que, en un mundo interdependiente, cualquier brote puede afectar, como mínimo, a los países vecinos. Todavía no somos conscientes de lo conectado que está este planeta a través del transporte aéreo. En cuestión de horas puedes haber llevado cualquier enfermedad de un lado del globo a otro”. Por todo ello los expertos proponían: “Si queremos empezar a prepararnos ya, hay que instalar laboratorios en zonas en riesgo, preparar personal cualificado como epidemiólogos e informar a la población para que ellos mismos sean los primeros que den la voz de alarma.” (El País, 5-10-2019).
Lamentablemente, como sabemos, la dinámica de funcionamiento del capitalismo impide que razones de índole humanitaria o ecológica primen sobre las relaciones de poder y rentabilidad que están en la base y son el principal objetivo del funcionamiento del conjunto. En ese maquinaria estamos incorporados y la difusión de la pandemia del coronavirus (Covid 19) es una muestra contundente y tremenda de ello. Pero este drama sanitario mundial - que se suma a otros ya existentes que vive la humanidad desde hace tiempo - no puede ser considerado ninguna sorpresa. Forma parte de una crisis profunda y estructural iniciada en 2008, que no ha encontrado solución hasta hoy y que muestra su forma más aguda en la difusión vertiginosa de este nuevo virus por todo el globo terráqueo.
Esta etapa aguda de la crisis capitalista iniciada y contínua desde 2008, encuentra en la coyuntura de África su expresión en diferentes procesos históricos que iremos presentando de modo secuencial y alternativo. Tales procesos incluyen hechos, sucesos, situaciones y acontecimientos que están influenciados por determinaciones de distinta índole: a) del corto plazo de la etapa post-caída del muro de Berlín, b) del mediano plazo del período “independentista” (desarrollado desde la segunda postguerra) y c) del largo plazo, que incluye la colonización europea (desde el último cuarto del siglo XIX), el extenso período de la trata negrera (desde fines del siglo XV) y toda la historia previa de los “reinos africanos tradicionales”.
Por supuesto, estos procesos históricos presentes en la coyuntura africana están en plena transformación a partir del aislamiento y las políticas de emergencia que están tomando todos los paises implicados. La analogía hasta ahora pertinente es la de la crisis de 1930 y sus derivas espeluznantes.