domingo, 21 de julio de 2024

Sobre el concepto y modos de representar problemas de salud, por Mario A. Chavero

Sobre el concepto y modos de representar problemas de salud [1]                                                                          

Mario A. Chavero (Julio 2024).

 

A Débora Ferrandini (1962-2012), in memoriam.

 

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En este trabajo realizaremos un análisis del texto “Algunos problemas complejos de salud” de Débora Ferrandini y algunas consideraciones sobre la importancia de la dimensión teórico-conceptual para la praxis en salud.[2]

 

I) Críticas a algunas definiciones de salud

Al inicio de su escrito (Ferrandini, 2011) la autora realiza una crítica a la idea de la salud en tanto “ausencia de enfermedad”. Emplea una metáfora bélica para graficar la respuesta asistencial-médica que se deriva de esta visión: “... se trata de identificar un enemigo y organizarse como un ejército disciplinado para combatirlo ... [para esta lógica existen] enemigos … armamentos … estrategias de guerra … tropas … batallas” (p. 1).

A continuación aborda la definición según la cual la salud es el “completo bienestar físico, psíquico y social”,[3] refutando la misma por irrealizable y absurda: nadie puede lograr ese estado a riesgo de estar “completamente loco”. Ferrandini (2011) se pregunta por la factibilidad del cometido, de la misión de la medicina que el uso de esa concepción, genera o condiciona en el profesional, y concluye que quizá se haya exigido a la gente

 

que haga cosas imposibles: que no corran ningún riesgo. Les enseñamos que se comporten de determinada manera: que no coman ésto o aquello, cuidado como tienen las relaciones sexuales (y con quien!), que hagan ejercicio, pero no demasiado, que cuiden sus viviendas de la contaminación, que cuidado al cruzar la calle o al andar en moto ... como si las personas fueran absolutamente libres de elegir como vivir, como si las actitudes individuales fueran suficientes para construir modos de vida saludables. Cuántas veces damos consejos e indicaciones a gente que no puede llevaras a cabo por sus condiciones materiales de vida. Cuántas veces le pedimos a gente que no puede elegir qué comer que siga dietas evitando tal o cual alimento; o a jóvenes ocupados en escapar de las balas de otros jóvenes o de la policía que usen preservativos para evitar enfermedades que los matarían años después. Pero como todos sabemos que el estado de completo bienestar es imposible de lograr, que los consejos que repetimos sean imposibles de cumplir no nos detiene... . (p. 1. Énfasis añadido)

 

En todo este desarrollo la autora alude a la teoría del estilo de vida (Tesh, 1988; Krieger, 2011), sin nombrarla, sin designarla con ese nombre. Esto es muy importante pues aquí podemos ver claramente el procedimiento realizado por la autora: el reconocimiento, la identificación, de una concepción, en este caso desde una postura crítica, y la posibilidad de diferenciar en este sentido el concepto del término o palabra utilizado que, eventualmente, lo designa.

Esto es quizá más importante que la mera identificación o utilización de un término o aun de una categoría, sin esclarecer la concepción que le subyace. Es que el concepto mantiene una tensión con la categoría aunque ambos forman parte ya del terreno científico en el cual han sido elaborados a partir de ciertos términos del lenguaje. Los términos/palabras del lenguaje no científico no reconocen una relación unívoca con las categorías y conceptos. La misma palabra puede referir a diferentes conceptos; a su vez un mismo concepto puede aludirse a través de distintos términos. Las categorías guardan y cobran sentido en su relación con los conceptos sustantivos de determinada teoría.[4]

El estilo de vida en tanto teoría es abordado por autores/as anglosajones/as, principalmente. En nuestro país no es un modelo o teoría que se (re)conozca y a la cual, en consecuencia, se le preste la debida atención. A pesar de esto y quizá también en parte debido a esto, es el modo más extendido y aceptado de entender las causas de la enfermedad entre los trabajadores del sector.

La autora describe, enumera, las indicaciones y los consejos que los médicos dan habitualmente a los pacientes, los cuales implican conductas que deberían cumplir para lograr prevenir la enfermedad o detener su avance. Estos comportamientos serían, bajo la lógica criticada por la autora, de libre elección, sin tener en cuenta las determinaciones y posibilidades de los individuos o grupos. Es decir: lo mismo podrían y deberían aplicarse a un desocupado o a un trabajador con salario mínimo que a un poderoso empresario. Lo mismo a una persona que vive en situación de pobreza que a quien es dueño de una cuenta offshore, a alguien que cirujea que a quien dispone de acciones en sanatorios de medicina privados, a quien debe recurrir a comedores asistenciales que a quien tiene más que resueltas las condiciones materiales de existencia y sus necesidades de vida.[5] La simple comunicación, como prescripción médica, de lo que es necesario y conveniente en pos de la salud  ̶ y esa idea está ya considerada previamente como una abstracción, como un ideal a partir de determinada concepto de salud que no tiene en cuenta no sólo las determinaciones a que nos referimos sino tampoco los diferentes “modos de andar la vida” y de desplegar la vitalidad y potencialidades de un individuo en su contexto y grupo de pertenencia ̶  alcanzaría para lograr el cometido. Y para «llegar» al mismo, para lograr ese estado ideal, se impone el cumplimiento de esas consignas, de esas prescripciones. Si las/os pacientes no cumplen con estas será responsabilidad, o culpa, de ellas/os.

jueves, 28 de marzo de 2024

EL diario “La Tribuna” de Rosario y las organizaciones de lucha armada. (1969/1973), de Héctor Rubén Expósito

[Publicamos aquí la tesis de licenciatura de Héctor Rubén Expósito, de reciente culminación, dirigida por el profesor Juan Manuel Nuñez, en el marco de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional de Rosario.
    Creemos que es de utilidad por el contenido propio establecido por el autor y, por supuesto, por el debate que ayuda a continuar.]

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Introducción

El presente trabajo se inserta en el campo de la historia política de Argentina, de mediados del siglo XX, específicamente en la violencia política de esa etapa de nuestro país. El objetivo principal de esta tesina es analizar una publicación periodística de esta ciudad (Diario “La Tribuna”) para ver como presentó a sus lectores el accionar de las organizaciones de lucha armada, entre los años 1969 y 1973. El corpus documental de la investigación está compuesto por las noticias que van surgiendo cronológicamente y por las editoriales del diario mencionado. Asimismo, implica hacer una reconstrucción histórica de acontecimientos.

La periodización elegida se explica porque en ese lapso de tiempo aparecen en escena las principales organizaciones de lucha armada que van a dominar el espectro político por varios años. Ellas fueron, por orden de aparición: “FUERZAS ARMADAS PERONISTAS”-(FAP)-; “MONTONEROS”; “FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS” (FAR); “FUERZAS ARGENTINAS DE LIBERACION” (FAL) y “EJERCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO”-(ERP).

Hacia 1969, nuestro país atravesaba por una experiencia política de gobierno, conocida como “Revolución Argentina”. Este proceso había comenzado con el derrocamiento del presidente Dr. Arturo Illia, el 28 de junio de 1966. A diferencia de los golpes de Estado anteriores, este fue innovador en cuanto no se fijó plazos sino objetivos. Se pensaban tres etapas sucesivas: económica, social y política. La mirada era de largo plazo, incluso en cuarenta y tres años, según lo expresara el Gral. Onganía. El nuevo gobierno militar pensaba que el sistema constitucional basado en partidos políticos y con elecciones cada dos años, podía ser efectivo en otros lugares, pero no aquí. Por ello dispuso la disolución de todos los partidos políticos; el cierre del Congreso Nacional; la remoción de los jueces de la Corte Suprema de Justicia; la intervención en todas las provincias y en las Universidades; una fuerte censura en los medios de comunicación y la cancelación de cualquier posibilidad de expresión del disenso. En pocas palabras, concentro en sus manos la totalidad del poder del Estado. Recién en marzo de 1967 tuvo su primer plan de acción económico, preparado por el segundo ministro de Economía, Dr. Adalbert Krieger Vasena. Este nuevo gobierno atravesó sin mayores inconvenientes los años 67 y 68, pero en el otoño de 1969, de manera inesperada, según se desprende de las noticias consultadas, una sucesión de insurrecciones populares de trabajadores y estudiantes, a lo largo del país, siendo más recordado el denominado “Cordobazo”, puso fin a las ilusiones de Onganía y sus seguidores. Las tres etapas quedaron en el olvido y los momentos social y político se adelantaron bruscamente. En el otoño siguiente, de 1970, el secuestro y muerte del Gral. Aramburu fue la gota que derramó el vaso, en una situación de extrema tirantez entre el presidente y los jefes militares. Tras un intervalo de nueve meses- (presidencia de Roberto M. Levingston)- la Junta de Comandantes designó a uno de sus miembros, Gral. Alejandro A. Lanusse, para el cargo de presidente, con el mandato de llevar adelante una salida institucional, mediante la convocatoria a elecciones generales. Por su parte, 1973 es el año del cierre de un período y del nacimiento de uno nuevo. El 11 de marzo se llevaron a cabo las elecciones generales, con la participación del partido peronista, hasta entonces proscripto. La llegada al poder de un gobierno con amplio respaldo electoral (49% de los votos), puso a las organizaciones de lucha armada ante una disyuntiva, un punto de crisis: integrarse en el nuevo proceso democrático y debatir en un marco parlamentario, o proseguir con la violencia de las armas en procura de sus objetivos.

Las organizaciones de lucha armada tenían en común la consideración de “enemigo” respecto del gobierno militar, calificado acertadamente de “Dictadura”. Veían, en cada una de sus intervenciones autoritarias, una defensa de intereses imperialistas.

Todas creían que la violencia era la única alternativa metodológica dado el fracaso del modelo republicano y democrático.

Algunas tenían como objetivo político principal el retorno de Perón a la Argentina y el levantamiento de la proscripción que pesaba sobre el partido peronista. Otras, inspiradas principalmente en la Revolución Cubana, tenían objetivos directamente revolucionarios: la transformación de la sociedad hacia un modelo comunista.

Si bien la investigación está centrada en las noticias y editoriales referidas a las organizaciones armadas, he creído necesario incorporar las noticias relevantes del gobierno de turno y sus respuestas represivas, así como las de otro actor político de la época, que por su gravitación era imposible de ignorar: me refiero a Juan Domingo Perón. Por razones teórico-metodológicas, el trabajo empieza con un capítulo dedicado a conceptualizar la violencia política, y a continuación un breve recorrido de nuestra historia, siglos XIX y XX, para mostrar como los líderes políticos fueron incapaces de aplicar un modelo de convivencia parlamentario. A modo de contextualización, presento un capítulo que muestra la problemática política argentina en la década del 60. Al ir mencionando a las organizaciones armadas, conforme van apareciendo en las noticias, he incluido una descripción del posicionamiento ideológico de cada una de ellas, para una mejor comprensión del fenómeno estudiado.

El diario elegido como objeto de estudio y fuente de noticias, tuvo una extensa actividad periodística en nuestra ciudad y zonas de influencia. Seguía al diario “La Capital” en orden al tiraje de ejemplares y ocupación de espacios publicitarios. La historia del medio mencionado tiene dos etapas bien diferenciadas: la primera entre octubre de 1928 y 1949; la segunda desde marzo de 1950 hasta diciembre de 1982. En su primera etapa el nombre del diario era “Tribuna”. Su primer número se editó el 12 de octubre de 1928, cuando Hipólito Irigoyen asumía su segundo y último mandato presidencial. “Tribuna” constituía el órgano de difusión del pensamiento político del Partido Demócrata Progresista. Su existencia se debió a dirigentes liderados por Dr. Enzo Bordabehere, a quien acompañaron Mario Antelo y Vicente Pomponio. Enzo Bordabehere fue su director hasta su muerte en el Senado de la Nación, en 1935. Si bien tenía una clara orientación ideológica, sus fundadores insistieron en dejar aclarado que el diario mantenía su independencia de las autoridades partidarias. Llevaba como subtítulo una frase escrita por Lisandro de la Torre: “Los que saben a dónde se dirigen y van marchando por el por el camino recto, no lo recorren solos durante mucho tiempo”. De acuerdo con sus editoriales, “Tribuna” defendía la libertad de expresión, el respeto a las instituciones republicanas y a la democracia como forma política de convivencia. Fue explícitamente anti-fascista, brindando amplio espacio para la difusión de los problemas locales y regionales. La llegada de la revolución del 4 de junio de 1943 y, más tarde, del peronismo al poder, con una fuerte censura y control de los medios de comunicación opositores, que como en el caso de “Tribuna” ejercían una dura crítica, censura ejercida mediante la asignación de cuotas de papel para imprimir- importado-, complicó seriamente las posibilidades de mantener la empresa editorial. El diario estuvo clausurado desde enero a agosto de 1949. Al volver a editarse, la limitación a seis u ocho páginas, determinó su cierre. El último número de la primera época, esta conservado en la Biblioteca del Museo Dr. Julio Marc, del 30 de diciembre de 1949 (1).

viernes, 23 de febrero de 2024

Rusia en Asia, de Alfred Rieber (2018, traducción)

 


"Rusia en Asia", de Alfred J. Rieber1, Department of History, Central European University

Traducción: Ramiro de Altube (UNR)

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https://doi.org/10.1093/acrefore/9780190277727.013.269

Published online: 26 February 2018

Resumen

A lo largo de la historia de Rusia, observadores nacionales y extranjeros han intentado definir las similitudes y diferencias entre Rusia y Asia, combinando geografías simbólicas y físicas, a menudo como un corolario de la relación de Rusia con Europa. Tanto los conceptos como las líneas fronterizas cambiaron a medida que el Estado ruso se expandía a partir del siglo XV en adelante, desde una base territorial pequeña en el sur y este del Alto Volga hasta incorporar territorios habitados por pueblos asiáticos. La conquista fue acompañada por patrones desiguales de colonización, intentos erráticos de conversión a la ortodoxia y rusificación. Estos procesos variaron en los encuentros (encounters) con diferentes poblaciones y paisajes a lo largo de cuatro principales fronteras, el Pre-Volga y Siberia, la Estepa Póntica, Transcaucasia y Trans Caspia. En 1914 el Imperio ruso era un Estado multinacional que no había resuelto los problemas fundamentales de su autopercepción como una civilización ni la estabilidad de su dominio.

Palabras clave: geografía, conquista, colonización, conversión religiosa, identidad cultural, imperialismo, Orientalismo, rusificación, fronteras


Límites y fronteras

Desde que los escritores griegos y romanos fijaron el límite que separa a Europa y Asia en el río Don, la idea de una delimitación clara entre los dos continentes ha demostrado ser más simbólica que real. Observadores occidentales y rusos llegaron a infundirle un significado cultural (además de geográfico) que fue la razón principal de la importancia que le concedieron. Trazado originalmente para incluir las colonias griegas en la costa norte del Mar Negro y aceptado en Europa durante mil años, el límite del Don ignoraba las migraciones periódicas de los nómades asiáticos y, como fue el caso con los magiares y los cumanos, los asentamientos en la llanura danubiana. Se incluían dentro de sus límites sucesivamente las tribus eslavas del este, a medida que migraban desde la región de los pantanos de Pripet y los poco-vinculados principados de Kievan Rus. Pero las invasiones mongolas del siglo XIII abrumaron a los rusos, los privaron de su soberanía y los sumieron de nuevo en Asia durante dos siglos.

Una forma de ver la relación de los rusos con Asia a partir de este punto en adelante es verla como una larga lucha para recuperar su soberanía y luego asegurar una identidad europea. Incluso después de que Pedro el Grande abriera la ventana a Europa, la antigua frontera no fue desafiada hasta mediados del siglo XVIII, cuando el historiador ruso V. M. Tatishchev propuso las montañas de los Urales en su lugar. Pero los estadistas europeos, desde Sully hasta Federico el Grande, objetaron. Incluso los rusos continuaron percibiendo la estepa al norte del Mar Negro como asiática en su “barbarie”.1 Sólo después de que Rusia fue admitida en el Concierto de Europa como miembro constituyente en el Congreso de Viena en 1815, las grandes potencias ajustaron la geografía a la política al respaldar a los Urales como el límite con Asia.2 Sin embargo, Metternich2 todavía podría bromear: “Asia comienza en la Landstrasse3”.

La nueva línea de los Urales todavía dejó la mayor parte del territorio del Imperio Ruso fuera de Europa, aunque no, al parecer, a los rusos y ucranianos que se reasentaron allí. El único caso comparable de un país dividido entre dos continentes fue el Imperio Otomano, pero con un giro inverso: una potencia asiática había adquirido territorios en Europa. Los otomanos, como los rusos, habían esperado su turno para ser admitidos en el Concierto Europeo hasta el Tratado de París que puso fin a la Guerra de Crimea en 1856, irónicamente en vísperas del más rápido deterioro de la posición otomana en Europa. La política internacional, en este caso dirigida contra los rusos, nuevamente superó a la geografía.

Sobre el concepto y modos de representar problemas de salud, por Mario A. Chavero

Sobre el concepto y modos de representar problemas de salud   [1]                                                                           ...