Elikia M'Bokolo es un historiador congoleño especialista en Historia social y política del África. Actualmente es director de estudios en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS) de París. A continuación, reproducimos la entrevista realizada en diciembre de 2017 por Joshua Massarenti, del medio Afronline.org, en colaboración con Sud Quotidien y Le Pontentiel.
Traducción de Lautaro Sarmiento (Cátedra Historia de Asia y África II del Profesorado y Licenciatura en Historia de la facultad de Humanidades y Artes [UNR])
13/12/2017— “Die
maure ist weg”: el muro ha caído.
Ocurrió el 9 de noviembre de 1989. Mientras cientos de miles de ciudadanos
alemanes destruían el “Muro de la Vergüenza” y terminaban con la división
histórica entre Europa Occidental y los países del Este, millones de africanos
miraban con sorpresa el punto de quiebre histórico que cambiaría el destino de
África. La caída del Muro de Berlín, como muchos expertos opinaban, abrió una
brecha en el panorama político de África, que se había enfocado durante 40 años
en regímenes de partido único.
“La verdad es que
África ya estaba impregnada de tensiones que estaban superando los partidos
despóticos en el poder”, dijo Elikia
M’Bokolo en una entrevista con Afronline.org, junto a dos compañeros africanos
de los medios Sud Quotidien de
Senegal y Le Pontentiel de la
República Democrática del Congo.
¿Cuando piensas en 1989, cuáles son la imágenes
y recuerdos que te impresionan? (Afronline.org)
El evento más
importante fue la caída del Muro de Berlín en 1989. Más allá del fin de los dos
bloques, lo que más me impresionó fue la afirmación de la población como un actor
social y político, y la presencia de una mayoría de gente joven en aquel grupo.
Algunos expertos señalan que la opinión pública
en África no hizo un seguimiento de la caída del Muro y que fue un asunto que
solo concernía a un número limitado de africanos. ¿Qué piensas de esto? (Sud Quotidien)
Creo que este
acercamiento subestima el rol fundamental jugado por la televisión: un medio
que ya era común incluso hace 20 años en el continente africano.
Sin embargo, lejos de
Berlín, creo que tanto la imagen de Nicolae y Helena Ceaușescu, arrestados en
Bucarest, como el proceso y su ejecución, tuvieron un impacto mucho más fuerte en
los africanos. La noticia de la brutal caída de un político poderoso vinculado
con numerosos jefes de estado africanos provino desde fuera del círculo
habitual de periodistas, intelectuales o políticos.
Fuera del ámbito de
las principales conferencias nacionales, muchos ciudadanos comenzaron a
organizar conferencias en las que se promovían conceptos de Europa del Este, como
por ejemplo la llamada “rumanización”, al decir que el partido principal podría
superar a su líder. Esto sucedió en ciertos países del África Central como la
República Democrática del Congo (ex Zaire). El presidente Mobutu fue forzado a
admitir sus errores en público y a prometer que organizaría la transición a la
democracia renunciando a sus privilegios.
Pero sabemos cómo terminó todo… (Le Pontentiel)
El final del sistema
comunista tuvo un efecto a muy corto plazo. El “genio político” de los líderes africanos tomaron rápidamente
la delantera y los regímenes despóticos fueron restaurados rápidamente. El
cambio esencial fue la expansión de la clase política y el crecimiento numérico
de la gente beneficiaria del poder.
¿Usted piensa que los líderes africanos estaban
preparados para la transformación histórica que cambió Europa? ¿Cómo fue
percibida por ellos? (Afronline.org)
Desde la perspectiva africana
existía un precedente histórico cuando en 1980 el presidente senegalés Léopold
Sédar Senghor dejó el poder. Él era muy carismático y los otros líderes
africanos lo respetaban. La historia ha demostrado que muchos jefes de estado
quedaron traumatizados por su decisión.
El expresidente
marfileño Houphouët-Boigny trató de desalentarlo y dijo: “si te vas, darás a
nuestra gente la idea de que los líderes de Estado pueden voluntariamente
renunciar al poder. No podemos apoyarte”.
Después del gesto de
Senghor, los años 80 fueron notables por la presión de Washington basada
en las instituciones financieras, tales como el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional, que empezaron a pedir más transparencia y
responsabilidad. Tal vez no podemos llamarla democracia, pero se prometieron
medidas para limitar el poder político, económico y financiero de los líderes
de Estado. Creció la sensación de que entre 1989 y 1990 el mundo estaba cambiando
y de que África no podría escapar a este giro histórico.
Para finales de los años 60 y particularmente
desde mayo de 1968, los jóvenes africanos en las escuelas secundarias y
universidades demandaban libertad y democracia al igual que los jóvenes de la
ex D.D.R. (Rep. Democrática Alemana) ¿Podemos decir que fue un cambio general, casi
una evolución natural de la situación? (Sud
Quotidien)
Bueno, pienso que el
rol jugado por los actores africanos en África debe ser reevaluado de una
manera positiva. La juventud en las escuelas jugó un rol importante. Para fines
de los años 80, si tomas tres africanos, dos de ellos tenían menos de 25 años,
una proporción que muestra cuán importante fue la cantidad de jóvenes que
iniciaron la protesta. El año 1968 marcó un punto de quiebre, tanto en Dakar,
donde se produjeron disturbios contra Senghor, como en Kinshasa, el ex Zaire,
donde el vicepresidente de los Estados Unidos fue ridiculizado por el rol de su
país en Vietnam.
Sin embargo, mujeres y
madres participaron en los cambios también. Durante los años 80 el flujo de los
ajustes estructurales provocaron una dramática serie de crisis alimentarias en
las ciudades africanas y, desde Conakri hasta Libreville, las mujeres salieron
a las calles a protestar contra la miseria de muchos sectores sociales.
Tampoco debemos
olvidar a los hombres religiosos. Los líderes musulmanes en Nigeria y en el
África sudanesa y los líderes católicos y protestantes, tal como Monseñor De
Souza en Benín y Desmond Tutu en Sudáfrica, protestaron contra la corrupción
rampante de los líderes.
Y entre la caída del
muro de Berlín y la cumbre de La Baule, estuvo la liberación de Nelson Mandela.
La idea de que las batallas políticas del partido de la ANC podrían ser
recompensadas fue otro elemento fundante para la democracia africana. Desde
esta perspectiva, podemos decir que Berlín fue un evento dentro de una dinámica
mayor.
Durante la década pasada, África ha sido objeto
de interés de nuevos actores como China, India, Brasil y los países del Golfo Arábigo.
Considerando también el interés previo de Europa y los Estados Unidos, Japón y
Australia, ¿piensa que el continente africano está escalando en un nuevo
periodo de guerras calientes como sucedió durante la Guerra Fría? (Afronline.org)
Pienso que hay una
escalada, pero al mismo tiempo considero que estos nuevos actores pueden ayudar
a África también. Los africanos están cansados de lecciones occidentales: cada
préstamo tiene numerosas condiciones, como ser el respeto por los derechos
humanos y las reglas de la democracia. Hoy los africanos conocen países que
quieren hacer negocios pero que tienen una historia similar, como puede ser el
caso de China. Ellos han experimentado el colonialismo o semicolonialismo
también. Atravesaron un periodo de corrupción igual que el que África está
experimentando ahora, por ejemplo China en la era de Chiang Kai-Shek, o India
con Nehru o Indira Gandhi. Brasil es diferente, pero puede ser comparado con
África por la ferocidad de sus dictaduras en su historia reciente. Estas nuevas
relaciones harán al África menos ingenua, más realista y un poco cínica.
¿Y con
respecto a Europa? (Afronline.org)
Nuestras relaciones
con los europeos son ambiguas. Los europeos todavía consideran al África como
un continente donde la gente necesita lecciones para actuar bien en economía,
capitalismo y democracia. No sería algo malo para nosotros buscar otros socios.
Frecuentemente digo que nuestra relación con Europa es nueva en términos
temporales. Todo comenzó en el siglo XV.
Los africanos habían
desarrollado relaciones intensas con Asia debido a su proximidad con el Océano Índico.
Hoy el otro lado del mundo está en el escenario principal del continente
africano. Durante la Guerra Fría se trataba del este y oeste, pero ahora la
situación cambió a una relación de norte a sur.
Parafraseando al profesor Ki-Zerbo, ¿“cuándo
África” (“When África”), doctor M’Bokolo?
(Sud Quotidien)
Tomará una o dos
generaciones. Puede parecer mucho tiempo, pero pienso que los jóvenes africanos
de hoy tienen menos complejos. Lo antiguos poderes coloniales no son el único
punto de referencia internacional. Ahora están allí China, India, Dubái, Brasil
y los EE. UU. con su nuevo presiente negro.
Los europeos tienden a
pensar solo en la migración de África a Europa y olvidan que los africanos
migran entres países africanos también. Cuando los africanos deciden moverse de
su continente, van a numerosas naciones. La ciudad de Cantón en la provincia china
de Guangzhou se ha convertido en uno de los principales destinos para los
comerciantes africanos. Turquía y Brasil pueden ser otros destinos para los migrantes
africanos, mientras que EE. UU. alberga las comunidades más importantes de
africanos fuera del continente.
Los jóvenes africanos
de entre 10 y 15 años tendrán una relación diferente con el norte del mundo. Ki-Zerbo
decía “cuándo África”, no decía “nunca África”. Quería decir “África está aquí
pero necesita acelerar el ritmo, para hacer que sus países bailen al mismo
ritmo y se acerquen el uno al otro”.
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